17 de abril de 2008

A la nueva élite de la vieja izquierda

Muchachos y muchachas de la viejas guardia:

Mucha agua pasó debajo del puente durante los últimos veinte años, cambios desde luego en el contexto y en la vida personal; nuevas visiones que en algunos casos podríamos considerar como acertados en la medida que continúan buscando unas mejores condiciones de vida para unos y otras y que constituyen esas denominadas “amplias mayorías”

Si hablásemos de una relación estrictamente personal diríamos que los afectos permanecen, en ocasiones muy a mi pesar, pero están, con excepciones claro está, porque fueron muchos los duros momentos, numerosas las pérdidas, muy profundo el compromiso de altruismo, grandes los sueños…y enormes las apuestas. “Arriba los pobres del mundo, en pié los esclavos sin pan…”

No era la letra de un himno, era la vida misma, era la esperanza del día a día. Pero amigas y amigos, aumentaron los asesinatos, las amenazas, el exilio y para muchos-muchas la pérdida de su norte. Sintieron la soledad política y se sumaron a toldos que en aquellos tiempos eran impensables. No entraré en razones ni en juicios porque las denominadas vanguardias cumplieron, si no su papel histórico, si el de promover el cambio, y llegó la pluralidad, huérfana de formas orgánicas y de dirigentes.

Quizá recuerden aquello que decía el dirigente chino “Gran conmoción, gran división, gran reagrupamiento”. Y los cambios que se empezaron a operar en la izquierda desde la firma de los acuerdos con Belisario Batancur en 1984, que trajo como resultado entre otros, dinámica política del movimiento social, el asesinatos de dirigentes, la toma del Palacio de Justicia, la séptima papeleta y la Constitución de 1991. Y sí hubo reagrupamiento pero no hubo cambio en las formas de pensar y actuar. La vieja izquierda se dejó absorber de los partidos Liberal y Conservador y en lugar de incidir en ellos, sucumbió a su estilo. Continúo el bipartidismo

El caciquismo, el clientelismo, los intereses de pequeños grupos, la falta de contacto con el movimiento social, el elitismo son características de la forma de hacer política en este país (sin olvidar la corrupción) y cambiar esas conducta fue un reto para la izquierda, la vieja izquierda -concepto que habrá que redimensionar- y un campanazo para la nueva élite (de esa vieja izquierda) que independientemente en que espacio se encuentre, está llamada a entregar a la sociedad parte de su aprendizaje humanista, compromiso social y su talante ético.

Un abrazo en espera de reflexiones y cambios

Amalia