30 de septiembre de 2008

Querida Blanca

Blanca Sabogal, la vida se alejo de ti a los 72 años pero diste la dura batalla por tenerla.
Con dolor te despedimos. “Siempre es amargo el adiós” pero la presencia de ti como mujer campesina, mujer que se forjó amasando la tierra, amasando pan, cuidando las vacas, plantando en la huerta, cuidando a sus hijas, a sus hijos; mujer que amó a su nieta Adriana con el tierno azul de la inmensidad; mujer que danzó por las tablas envejecidas del suelo del corredor de su finca en Choachi, muy cerca de Bogotá, mujer, mujer, mujer…Mujer extraordinaria.
Blanca, dejaste instalada en tu desendencia, una cualidad en extinción: la honradez y, les regalaste en cada día, la apropiación de la tenacidad y el amor al trabajo pero las dificultades de la vida en el campo, la educación recibida y otras tantas circunstancias de las que no voy a escribir un tratado, hicieron que te olvidaras de ti. Una enseñanza más para quienes te rodearon.
Blanca, gracias, con mucho amor, gracias. Yo también recibí de ti y disfruto de la presencia y la compañía de quienes gracias a ti tienen la vida.
Hasta siempre
Fabiola