1 de mayo de 2006

Querida abuela

Qué gusto contar contigo. Cuando llego del colegio y te veo sentada viendo la telenovela de turno, cosiendo o caminando de un lado para otro, siento como se ilumina mi cara. Lo llenas todo güela.
Tienes días insoportable porque te pones regañona y anticuada, pero claro caigo en cuenta que fueron otros tus tiempos y que ya bastante esfuerzo haces para entenderme un poco a mí a mi hermano. No importa, gracia por estar, gracias por existir.
Güela, me gustan tus historias, aunque las repites muchas veces, tanto que ya me las sé casi todas. Como te conociste con el abuelo, el día de tu matrimonio –quince años tenías-, los primeros años de tus hijos y tus hijas, cuando se fueron de casa, qué sentiste cuando sólo quedó mamá contigo y las penas que yo desconozco si acumulas o digieres porque la verdad abuela, admiro tu fortaleza y amor a la vida.
Yo no entiendo como en Europa, las familias reúnen dinero para enviar a los viejos a casas de la tercera edad. Abuela hasta ese nombre me suena horrible. Yo prefiero seguir siendo “tercermundista” o de “la periferia” o como quieran llamarnos. Porque tampoco entiendo por qué el bienestar lo acompañan del individualismo que parece sinónimo de egoísmo. Nadie quiere compromisos, ni parejas estables, ni hijos, ni viejos…¡Vaya! Vaya.
Güelita, me quedo contigo, tus resabios y mi rebeldía, pero nos entendemos, nos queremos y compartimos.
Tu nieta
Julia

No hay comentarios: