27 de diciembre de 2008

Compañeras, compañeros de trabajo de cualquier lugar

En la cotidianidad del trabajo se forman largas amistades y como en la guerra, conocemos lo más sublime y lo más oscuro de la condición humana; escuchamos palabras mágicas que curan un mal momento; palabras hermosas pero envenenadas que buscan hacer daño profundo pero sin que quede una huella ante los ojos de los demás.
Compañeras, compañeros de trabajo de cualquier lugar, todo lo que podría ser armonía y construcción en algunos casos se convierte en competencia, pero no en sana competencia para contribuir al avance de los objetivos, se convierte en deseo de aparecer bien y con resultados frente a los ojos de la jefe, el jefe y quienes le rodean. Así, así no vale la pena.
Y los comentarios que no pasarían de ser comentarios se llevan a terceras personas con un carga de subjetividad que hace perder la objetividad sin un contexto y que lamentablemente llaman "lealtad". ¿Lealtad? Es una vulgar distorción del concepto.
En la lucha por la independencia de España, alguna vez dijo Simón Bolívar que "si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella" y algo parecido podríamos decir en las relaciones de trabajo y la condición humana.

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